
El Barça no tenía dudas. Quería al delantero. Pero había que negociar el precio. Los presidentes Enric Llaudet y Antonio Ballesteros no se ponían de acuerdo. Bailaba medio millón de pesetas... Acordaron resolver la diferencia ¡¡lanzando una tanda de penaltis!! Fue en El Vivero. Se llegó al último lanzamiento 5-4 para el presidente del Badajoz. Era el turno de Llaudet... Plantó el balón, retrocedió unos pasos, miró al improvisado guardameta y empezó a correr. Cuando iba a impactar la pelota se torció el tobillo y rodó por los suelos. El Badajoz iba a cobrar medio millón más de traspaso.
Tuvo mala suerte por que coincidio con la época de Charly Rexach que comenzaba y de Quimet Rife, que por aquellos días tambien jugaba de extremo. En diciembre de 1968 era cedido al Celta de Vigo
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