
Se reanuda el juego tras un parón de un cuarto de hora y se llega al descanso con el 0-1. Cuando llegan al vestuario, los españolistas descubren que las toallas han sido quemadas, hay fuerte olor a humo, algunas aún tienen rescoldos.
En la segunda mitad, el Espanyol juega irritado y desconcentrado por primera vez en la temporada. Además, Daucik ha sorprendido colocando a Basora, habitual extremo, de delantero centro, y al grandote Hanke de falso extremo, en realidad en la media, dando mucha leña. El Barça marca el 1-1 en el 52, por medio de Hanke, y el 2-1 en el 82, en un tirazo desde fuera del área de Moreno. Hanke acabara por ser expulsado, pero el encuentro terminará 2-1, entre el júbilo de la afición culé.
A partir de aquel día y por esa afrenta de las toallas, el Espanyol estuvo varios años acudiendo al campo del Barça ya vestido, en ropa de futbolistas y chándal. Luego al acabar el partido regresaban a su campo de Sarriá paraa ducharse. El Barça correspondió a partir de cierto momento con la misma moneda: iba vestido a Sarriá y regresaba a su campo a ducharse. Pero aquello de las toallas quemadas quedó como el gran agravio sufrido por los españolistas por parte del Barça en toda su larga historia de conflictos, la realidad es que nunca se supo quien o porque se quemaron las toallas
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