divendres, 25 d’abril del 2014

Cap. 215: 26 años del Motin del Hesperia (I)

Era jueves, 28 de abril de 1988, y se estaba abriendo una de las crisis más sangrantes de la historia del club blaugrana: "El Motín del Hesperia". Lo que parecía una disputa entre un Presidente de un club y la primera plantilla, toma un cariz especial: aquella convulsa situación no fue solo causada por unas reclamaciones laborales, sino que había un intento de desestabilizar a Josep Lluís Núñez para que abandonara su cargo.
Una de las posibles causas era la discusión sobre quién tenía que hacer frente a los pagos a Hacienda por las retenciones de los contratos de imagen de los jugadores, otra de esas posibles causas nació un par de años antes. En este caso los hechos tuvieron su origen tras la malhadada final de la Copa de Europa de Sevilla, donde el Barça perdió en los penaltis contra el Steaua de Bucarest. Aquella noche Bernd Schuster se fue del estadio y de Sevilla por su cuenta. Este hecho fue el que hizo rebosar el vaso de la paciencia de la directiva, que instó la resolución de su contrato en los tribunales.
En el intercambio de 'golpes' que hubo en el contencioso se produjo una filtración del abogado del jugador, Jacint Soler Padró, publicó en los medios el contrato de imagen manuscrito del alemán, algo que también tenían otros jugadores del primer equipo.
Inmediatamente Hacienda comenzó a investigar no sólo al Barcelona, sino también a otros clubs que habían copiado la fórmula, dado que las cantidades de esos contratos además no estaban declaradas en su integridad y, por tanto, eran opacas a Hacienda.
En el caso del Barça el club llegó a un acuerdo con los profesionales de las secciones (baloncesto, balonmano y hockey sobre patines) para asumir a partes iguales el pago y regularizar la situación.
No ocurrió lo mismo con los del fútbol que, encabezados por los capitanes Alexanco, Víctor y Gerardo, se cerraron en banda y exigieron que el pago del total de los impuestos corriera por cuenta del club. El entrenador, Luis Aragonés, apoyó a los jugadores.



Aquella rueda de prensa hecha por los futbolistas se desarrolló en un gran salón, destinado habitualmente a albergar banquetes, que se había preparado especialmente para la ocasión. Al él se accedía rápidamente. Entrando por la puerta principal del hotel (ubicado en el número 20 de la calle Vergós, en la zona de Tres Torres, y que actualmente está cerrado), se torcía a la derecha por el primer pasillo, que desembocaba en la gran sala. Los jugadores ocupaban una mesa en forma de U. Dos de los capitanes (Alexanco y Víctor Muñoz) y el entrenador, Luis Aragonés, estaban sentados en el centro mientras el resto de la plantilla se arremolinaba a su alrededor.
Enfrente, el grupo de periodistas que cubrían el acto no podían salir de su asombro. Acudían al encuentro con la intención de conocer más detalles sobre las malas relaciones entre la directiva y los futbolistas pero en ningún caso esperaban aquel desenlace. El corazón de los redactores, fotógrafos y cámaras empezó a bombear con fuerza en el mismo instante en que Alexanco pronunciaba la frase final.

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