dissabte, 1 de març del 2014

Cap. 126: El Secuestro de Quini (IV)

El jugador asturiano, después del final feliz, no tuvo malas palabras hacia los secuestradores: "se han portado muy bien conmigo. Me tenían afecto. Me han parecido buena gente y siempre me decían que no me pasaría nada..." Quini demostraba una vez más ese enorme corazón que tiene
Quini habla con la prensa aragonesa: "Preguntadme lo que queráis. Estoy muy contento de poderos contestar". Media hora más tarde sale hacia Barcelona con el jefe de policía de Zaragoza. La gente se amontona delante dela Dirección General de Policía de Barcelona para esperar la llegada de Quini. Se canta el "Asturias, patria querida", las aceras están llenas de gente aplaudiendo a la policía después del secuestro, es una fiesta. A las dos y media llega la comitiva y con un Quini demacrado, con barba y visiblemente agotado, baja de un SEAT 131 en medio de la ovación de centenares de aficionados. Quedaban atrás veinticinco días dramáticos. Quini ya estaba en casa de nuevo
.
En esos momentos, lo que de verdad importa era la liberación de Quini, más que cualquier título y todo el mundo del futbol celebró su liberación, por encima del descalabro que se había sufrido en la Liga 1980/81. Como es natural, los compañeros de Quini acusaron el golpe fuerte de su secuestro y su rendimiento deportivo bajó considerablemente durante esos días angustiosos. Así, con el delantero asturiano secuestrado el Barça jugó tres partidos de Liga con el Atlético de Madrid, la UD Salamanca y el Real Zaragoza, con un balance decepcionante de un empate y dos derrotas. El Barça quedaba quinto a solo cuatro puntos de la Real Sociedad, que se proclamo campeona de Liga, a pesar de toda ganaba nuevamente el "Pichichi" de la liga, en dura competición con Juanito (qepd)
La mejor noticia fue que muy pronto Quini se recuperó del trance tanto físicamente como anímicamente. Tras proclamarse Pichichi de aquella Liga con 20 goles en 30 partidos, alcanzó la gloria el 18 de junio, cuando el Barça ganó la Copa del Rey al derrotar en la final, en Madrid, el Sporting de Gijón por 3-1. Aquel día el Brujo fue el artífice de la victoria al marcar dos goles a su antiguo equipo.

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