Empezó afirmando que él había sido sobre el terreno de juego con los
colores del RCE Español, "un adversario del club blaugrana, pero siempre
en noble y leal competencia" y que por haber combatido y odiado al
equipo blaugrana, le queria "pero desde aquel momento solemne, al verbo
ahora, limpio, pulido y depurado" él dejaba de hablar a su corazón y
"postrándose de rodillas ante el escudo del Barcelona" le decía
"¡Quiéreme porque te quiero!".
Muchos barcelonistas habían muerto en ambos bandos o estaban en el
exilio. Por entonces el Barça tenía sólo 2.500 socios y un patrimonio
que, tras las sucesivas incautaciones por parte del estado, apenas
llegaba a un millón de pesetas. Pero pronto el club recuperó, con un
impulso y una fuerza superiores a los que poseía antes de la guerra, su
identidad y personalidad, le convertiria en un club venerado como un
símbolo de la resistencia de un pueblo derrotado (el "ejército
desarmado" de ese pueblo, le llamaría años más tarde Manuel Vázquez
Montalbán). Por eso, en sólo cinco años, pasó a tener más de 20.000
socios y, pese a que le fue impuesto también el presidente, Enrique
Piñeyro, marqués de la Mesa de Asta (el cual dimitio ante una tropelia
del Gobierno Franquista), la sintonía entre el equipo y los catalanes le
dieron un tremendo empuje, algo parecido a lo que sucedió
simultáneamente con el Athletic de Bilbao. En ambos casos era la
burguesía pactista con el régimen la que llevaba las riendas del club
pero la base popular era la que llenaba el campo y daba aliento a los
equipos.
divendres, 22 d’abril del 2022
Cap. 10560: Exorcismo en el campo de Les Corts [II]
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