"Los jugadores, tanto ingleses, como alemanes, suizos y barceloneses, se quejan de la falta de atención de los espectadores al aplaudir las caídas de los barceloneses y los tantos logrados por sobre contrincantes, reinando silencio en las buenas jugadas y al conseguir tantos los de ésta, añadiéndose que de estar a la inversa, o sea, celebrarse los partidos en Barcelona, el público de ésta no hubiera demostrado desdén, ni animosidad de clase alguna, porque los de aquí tienen buen criterio y educación suficiente para corresponder bien a los sacrificios que los otros se imponen, y saben que entre los elementos deportmanes se hace caso omiso de política. Los madrileños creyéronse sin duda ver acérrimos catalanistas en Gamper, Witty, Steinberg, etc., a todos los cuales produjo muy mal efecto la conducta del público".
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