La historia de los últimos treinta años del Barça no se entiende sin evocar la figura de José Luis Núñez. Encaramado y, al mismo tiempo, maltratado, insultado y también alabado, su obra se visualiza con más nitidez con el paso de los años, al igual que se observa con más respeto el mandato de Agustí Montal o de Enric Llaudet, como se interpretará el de Joan Laporta pasados unos años, y quien sabe si ya no hará tanto miedo recordar el de Joan Gaspart.
Ahora el espíritu de Núñez es capital en el entorno del Barça, con su legado se critica o se castiga la junta de Joan Laporta. Lo fue antes de alcanzar la presidencia en 1978, cuando de la mano de una serie de personajes trazó un plan modélico y llegó al poder. Núñez llega al club para iniciar una revolución en el Barça y en las estructuras futbolísticas. El club fue el principal trampolín para alcanzar notoriedad en la vida pública del país, y permitirá a Núñez liderar un movimiento social y deportivo que, aunque carente de éxitos en el fútbol los primeros años, tendrá una fuerza implacable incluso contra el poder político
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