El 22 de junio de 1993, el Barcelona tenía previsto celebrar con los
aficionados la consecución de la Liga y las Supercopas de España y
Europa. Pero aquel día no era un día de celebraciones, el día anterior
ETA había asesiando a siete personas (6 de ellas militares) y tres niños
estaban graves. El atentado de Madrid dio un trasfondo amargo al júbilo
del "día después". Por tal motivo se suspendieron todos los actos
previstos, a excepción de la visita a la Basílica de la Merce, donde
como era tradicional se ofreció el título conseguido a la Patrona de la
Ciutat Comtal. Los aficionados en general participaron del clima de
duelo y sólo unos escasos centenares de jóvenes, con sus cánticos
desentonaron ese momento en el que miles de aficionados se reunieron
frente a la fachada del templo para esperar la llegada de la expedición
de los jugadores, entrenadores y directiva del Club
La ceremonia revistió de la misma sencillez de siempre. Núñez, Cruyff y Alexanco entraron los primeros, llevando un gran escudo del club, hecho con claveles, que depositaron ante el altar. Jugadores, técnicos, directivos y auxiliares ocuparon los primeros bancos.
Tanto el rector de la Basilica, Jordi García, como Nicolau Casaus, hicieron referencia a los luctuosos sucesos de Madrid. El primero de ellos rezando "una plegaria por las víctimas de la violencia"... y se refirió también "a todos aquellos que no pueden celebrar nunca nada porque viven situaciones marginales".
Nicolau Casaus agradeció la protección de la Virgen, "que nos ha evitado lesiones irreversibles, y recordó que "en esta ocasión, Señora, venimos felices porque por tres veces seguidas hemos conseguido el éxito. Pero a pesar de la alegría nuestro corazón está triste por los atentados terroristas, por lo que hemos suspendido todos los demás actos. Nuestra oración es por aquellos que han perdido la vida. Y ruego que traslades a Vuestro Hijo nuestro agradecimiento por habernos enseñado el recto camino del deporte"
La ceremonia revistió de la misma sencillez de siempre. Núñez, Cruyff y Alexanco entraron los primeros, llevando un gran escudo del club, hecho con claveles, que depositaron ante el altar. Jugadores, técnicos, directivos y auxiliares ocuparon los primeros bancos.
Tanto el rector de la Basilica, Jordi García, como Nicolau Casaus, hicieron referencia a los luctuosos sucesos de Madrid. El primero de ellos rezando "una plegaria por las víctimas de la violencia"... y se refirió también "a todos aquellos que no pueden celebrar nunca nada porque viven situaciones marginales".
Nicolau Casaus agradeció la protección de la Virgen, "que nos ha evitado lesiones irreversibles, y recordó que "en esta ocasión, Señora, venimos felices porque por tres veces seguidas hemos conseguido el éxito. Pero a pesar de la alegría nuestro corazón está triste por los atentados terroristas, por lo que hemos suspendido todos los demás actos. Nuestra oración es por aquellos que han perdido la vida. Y ruego que traslades a Vuestro Hijo nuestro agradecimiento por habernos enseñado el recto camino del deporte"