Sin embargo su principal labor se desarrolló en el campo de la literatura, especialmente al teatro y a la poesía, que cultivó siempre en lengua catalana. Colaboró con asiduidad en la prensa, sobre todo en La Publicidad y El Mirador. Conviene remarcar también su vertiente de traductor: la Divina comedia de Dante, y el teatro de Shakespeare, Molière y Gogol. Parte de su poesía se inspiraba en el cancionero popular y en antiguas leyendas muy conocidas, lo que le convirtió en un poeta muy popular que, en muchos aspectos, ocupó el lugar que habían dejado vacío Frederic Soler, Verdaguer, Guimerà o Maragall.
En 1955 obtuvo el Premio Nacional de Teatro por La Herida Luminosa, cuya versión en castellano fue realizada por José María Pemán. En sus últimos años de vida era miembro del Instituto de Estudios Catalanes, la Academia de las Buenas Letras, Consejo General de Autores de España y la Junta de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.