Cap. 8577: Maldito Barça [IV]
El modelo del Barcelona admite la destrucción de sus piezas cuando no
están sometidas a su escudo galáctico (¿se permite usar ese término en
un texto que no sea sobre el Real Madrid?), pero también contempla la
sanación automática al regresar a casa. O cuántas veces pensamos en que
el Messi que les devolvíamos, devastado por las críticas y actuaciones
indolentes de las Eliminatorias o el Mundial, sería como una especie de
virus informático en el sistema operativo del mejor equipo del mundo. Lo
hemos pensado nosotros, lo han pensado en la selección española, en la
brasileña o en la camerunesa (Eto’o no pateando aquel penal con Camerún
ante Egipto, por ejemplo). “Uy, ahora después de esto, el Barcelona no
será igual”. Y sin embargo no, allí siguen, dando cátedra como si nada
hubiera pasado, con la moral alta, la cabeza levantada y la pelota
pegada al pie.
Guardiola aún no ha decidido irse porque sabe que si cruza esa puerta,
comenzará su declive. Podrá ganar títulos en 7 ligas distintas, pero
siempre, siempre, le endilgarán cuánto le falta para que su Milan, o su
Bayern Munich, o su Manchester United o su Dynamo de Kiev jueguen como
aquel Barcelona. Como este Barcelona, que ahora también exporta su
know-how. Y ahí va la Roma, decidida entonces a que el técnico del
Barcelona B, Luis Enrique, se transforme en el Guardiola de la Serie A.
Fichemos a Luis Enrique, entonces. Traigamos, también, a Bojan Krkic.
Repliquemos el modelo Barça. Fracasemos estrepitosamente. No lo
lograrán. Nadie lo hará.
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