El 2 de septiembre de 1983, en el apartamento F, del número 0112 de la avenida Santa María de Santiago de Chile, fallecía Platko, el mítico portero del equipo blaugrana de aquella final de 1928, ante la Real Sociedad. Por desgracia el gran portero blaugrana de la década de los años 20, el "Oso Rubio" de Hungría, fallecía practicamente abandonado, medio olvidado y rodeado de un ambiente de penuria, en tierras chilenas
Se sabe que el Barça tuvo un último detalle con él, ya que en su última carta, fechada enigmáticamente el "10 de 1983" y dirigida a Pere Carreras, jefe de administración del Club, Plattkó agradecía la donación por parte del FC Barcelona de 350 dólares estadounidenses (unas 53.000 pesetas al cambio de la época), cantidad, al fin y al cabo, insuficiente, ya que insistía en recibir más ayuda porque "me falta mucho (por) los gastos que tengo". En la carta, Platko afirmaba que el frío era insoportable y que "subieron 70 % de gas y electricidad, ya no es posible vivir de esta manera". Además, volvía a indicar que estaba dispuesto a donar las dos medallas de oro de los campeonatos de España que aún conservaba, ya que había vendido todas las ganadas en los campeonatos catalanes. La carta acababa con una última súplica: "A lo mejor algunos socios pueden hacer colectividades para un verdadero héroe de la final de Santander"
Se sabe que el Barça tuvo un último detalle con él, ya que en su última carta, fechada enigmáticamente el "10 de 1983" y dirigida a Pere Carreras, jefe de administración del Club, Plattkó agradecía la donación por parte del FC Barcelona de 350 dólares estadounidenses (unas 53.000 pesetas al cambio de la época), cantidad, al fin y al cabo, insuficiente, ya que insistía en recibir más ayuda porque "me falta mucho (por) los gastos que tengo". En la carta, Platko afirmaba que el frío era insoportable y que "subieron 70 % de gas y electricidad, ya no es posible vivir de esta manera". Además, volvía a indicar que estaba dispuesto a donar las dos medallas de oro de los campeonatos de España que aún conservaba, ya que había vendido todas las ganadas en los campeonatos catalanes. La carta acababa con una última súplica: "A lo mejor algunos socios pueden hacer colectividades para un verdadero héroe de la final de Santander"
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