El 18 de febrero de 1934 el Barça tenía que jugar un partido de Liga en el campo del Racing de Santander. A última hora, ya con el equipo en la ciudad cántabra, se lesionó el delantero barcelonista Luis Miranda y el entrenador Ferenc Plattko no tuvo más remedio que llamar de urgencia a Mario Cabanes, joven futbolista de veinte años. Cabanes tomó rápidamente el tren en Bilbao y luego, hacia Santander. Pero el retraso del tren era notable y el chico se estaba poniendo nervioso. Cuando su compañero de asiento se enteró de la causa de su desasosiego, lo tranquilizó rápidamente con estas palabras:
- "No te preocupes, chico. Hasta que yo no llegue, no habrá partido. Soy el árbitro".
Se trataba del colegiado señor Steimborn. El partido comenzó finalmente con todos los protagonistas, pero Cabanes tuvo un mal debut, ya que el Barça perdió por 3-1. Después de todo, el joven delantero no hizo mucha carrera porque la guerra lo llevó al exilio francés, donde jugó con nombre falso. Con el tiempo se convertiría en el prestigioso doctor Cabanes, un destacado médico especializado en Medicina Deportiva que trabajó en la Federación Española de Tenis y en el RCE Espanyol.
- "No te preocupes, chico. Hasta que yo no llegue, no habrá partido. Soy el árbitro".
Se trataba del colegiado señor Steimborn. El partido comenzó finalmente con todos los protagonistas, pero Cabanes tuvo un mal debut, ya que el Barça perdió por 3-1. Después de todo, el joven delantero no hizo mucha carrera porque la guerra lo llevó al exilio francés, donde jugó con nombre falso. Con el tiempo se convertiría en el prestigioso doctor Cabanes, un destacado médico especializado en Medicina Deportiva que trabajó en la Federación Española de Tenis y en el RCE Espanyol.
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