El Camp Nou acogió el primer partido de la selección catalana tras la
muerte del dictador Francisco Franco. No fue una iniciativa de la
Entidad, pero sí que colaboró abriendo las puertas de su terreno de
juego, donde se concentraron unos 35.000 aficionados. La idea de que
fuera Rusia el rival surgió de Francesc Sanuy, director de Fira de
Barcelona (que por primera vez contaba con una representación de la
Unión Soviética) y que había organizado los actos del 75 aniversario del
Club. El equipo catalán lo integraban jugadores del Barça y del
Espanyol, con independencia de sus orígenes, para poder formar un
seleccionado más potente con el que hacer frente al duelo con los rusos.
El partido tenía un alto contenido simbólico. La Banda Municipal interpretó el himno nacional ruso y la "Santa Espina", que fue escuchada aunque no estaba autorizada. Por eso una de las autoridades obligó a interpretar la Marcha Real, que fue pitada. En el palco del Estadio, el presidente Montal tuvo que dar explicaciones, y el secretario general del Club, Joan Granados, junto con el gerente Jaume Rosell, tuvieron que ir a declarar a comisaría. Un mes después a Granados se le impuso una multa de 100.000 pesetas.
El partido tenía un alto contenido simbólico. La Banda Municipal interpretó el himno nacional ruso y la "Santa Espina", que fue escuchada aunque no estaba autorizada. Por eso una de las autoridades obligó a interpretar la Marcha Real, que fue pitada. En el palco del Estadio, el presidente Montal tuvo que dar explicaciones, y el secretario general del Club, Joan Granados, junto con el gerente Jaume Rosell, tuvieron que ir a declarar a comisaría. Un mes después a Granados se le impuso una multa de 100.000 pesetas.
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