El 27 de octubre de 1981, tras la reunión de la comisión delegada celebrada el lunes 25, se respiraba un clima de preocúpación e inquietud en el puente de mando blaugrana frente a la trayectoria del Barcelona Atlético en Segunda División B. Para nadie era un secreto que el presidente Núñez deseaba tener al equipo en Segunda A y cuanto antes mejor. Su deseo esconventirlo en el "Castilla blaugrana" y con esa perspectiva cimentó, en buena medida, el proyecto de construir el miniestadio de la zona deportiva del Camp Nou. Por todo ello la mediocre marcha del equipo barcelonista en aquella temporada y sus dos últimos resultados, producto mitad del infortunio y mitad de un falso "complejo" de superioridad en la categoría, habian levantado voces de alarma y reproche.
Por eso entraba dentro de lo posible que la directiva enviara un próximo "ultimátum" a Antoni Torres a título de revulsivo para un equipo que, hasta ese momento, era el único lunar en la excelente campaña del FC Barcelona en todos "los frentes". Finalmente el equipo blaugrana se proclamaría campeón del Grupo I y obtendría ese ascenso directo a la Segunda División A
Por eso entraba dentro de lo posible que la directiva enviara un próximo "ultimátum" a Antoni Torres a título de revulsivo para un equipo que, hasta ese momento, era el único lunar en la excelente campaña del FC Barcelona en todos "los frentes". Finalmente el equipo blaugrana se proclamaría campeón del Grupo I y obtendría ese ascenso directo a la Segunda División A
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