La capital de la Cerdanya acogió la Trobada Mundial de Penyes, que fue
abierta por el ex barcelonista José Mari Bakero con un emotivo pregón en
el que comparó el club con un árbol: !El Barça es como un árbol y los
peñistas, socios y seguidores sois las raíces y ramas". En él también
incluyó a directivos y jugadores, a quienes localizó "en las hojas" y
"en los frutos" respectivamente. Y recordó que, para él, tener contacto
con las penyes del Barça era una forma de expresar su agradecimiento por
el multitudinario homenaje que le ofrecieron la noche de su adiós en el
Camp Nou, en un encuentro en el que los blaugranas se habían impuesto
al Real Valladolid por un contundente 6-1. "Siempre he dicho que el día
más importante de mi estancia en el Barça fue el de mi despedida El
Barça es 'mes que un club' y aquello por muchas razones fue más que un
partido"
La Trobada, como de costumbre, contó con una serie de actos con el Barça como protagonista y movilizó a un gran número de peñas (190) y peñistas. El club seguía demostrando su poder de convocatoria, aunque la dirección por la que transitaba, con una gran presencia de jugadores extranjeros y la sensación de borrar del mapa toda la herencia dejada por Cruyff no auguraba nada bueno. Lo apuntó Bakero en un coloquio en el que tomó parte: “Mi sensación actual es que el equipo no transmite. Debería haber más conexión entre los jugadores y el aficionado. No tiene que haber tantos extranjeros. El corazón del equipo tiene que ser nacional”. Había cierta lógica en llevar a cabo una especie de depuración encubierta, entre otras cosas porque el entrenador, Van Gaal, quería rodearse de gente fiel, su gente, holandeses. El Barça, con la Ley Bosman, pareció perder la hoja de ruta original para navegar en aguas desconocidas y peligrosas. Los resultados acabarían demostrando que la política deportiva de la entidad no era nada halagüeña. La Trobada quedó inmortalizada con la inauguración de un monumento conmemorativo obra de Ernest Altés.
La Trobada, como de costumbre, contó con una serie de actos con el Barça como protagonista y movilizó a un gran número de peñas (190) y peñistas. El club seguía demostrando su poder de convocatoria, aunque la dirección por la que transitaba, con una gran presencia de jugadores extranjeros y la sensación de borrar del mapa toda la herencia dejada por Cruyff no auguraba nada bueno. Lo apuntó Bakero en un coloquio en el que tomó parte: “Mi sensación actual es que el equipo no transmite. Debería haber más conexión entre los jugadores y el aficionado. No tiene que haber tantos extranjeros. El corazón del equipo tiene que ser nacional”. Había cierta lógica en llevar a cabo una especie de depuración encubierta, entre otras cosas porque el entrenador, Van Gaal, quería rodearse de gente fiel, su gente, holandeses. El Barça, con la Ley Bosman, pareció perder la hoja de ruta original para navegar en aguas desconocidas y peligrosas. Los resultados acabarían demostrando que la política deportiva de la entidad no era nada halagüeña. La Trobada quedó inmortalizada con la inauguración de un monumento conmemorativo obra de Ernest Altés.
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