El equipo blaugrana (jugadores, técnicos y algunos directivos) no tenían prevista ninguna celebración en Londres, tras la victoria en la final de Wembley'92. Después de la cena con todo el equipo y directiva, algunos (jugadores, técnicos, auxiliares, directivos) quisieron tomarse unas copas con las familias ya más tranquilos. Tuvieron que contratar y pagar de su bolsillo a los camareros porque el bar del hotel ya estaba cerrado. Tampoco había un local cerca porque el club había elegido un alojamiento muy alejado del centro de la ciudad londinense.
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