En la temporada 1996/97 entraba en vigor la ley Bosman que hacía desaparecer los cupos de extranjeros en las plantillas de los equipos (convertía en "nacionales a los jugadores comunitarios y aquellos nacionalizados en estados comunitarios), y cuatro años atrás, un cambio en la normativa que regía las cesiones a los guardametas, revolucionaba la posición. El portero pasaría a tocar más veces el cuero con los pies, en un equipo como el Barça, muchas más veces que con las manos.
A Johan y al fútbol del Barça se le abría un mundo de posibilidades que anticipó con Carles Busquets. Pero las pegas del de Badía del Vallés penalizaban demasiado, e incluso Cruyff, su valedor, no las pasó por alto. Cuentan que meses antes de ser cesado, el holandés había cerrado un acuerdo verbal con José Francisco Molina para la siguiente temporada. El valenciano, que con el Atlético de Madrid de Antic alcanzaba un histórico doblete ese mismo curso, paraba como un portero y jugaba como un futbolista, algo que, para la época, todavía era inusual. Su destreza jugando el balón con los pies le valió protagonizar un singular episodio, pues su debut con la selección española se produjo como jugador de campo debido a la lesión de un compañero. La anécdota, por accidental, bien podría haber tenido a cualquier otro arquero menos ducho con el cuero como protagonista, pero que fuese Molina sirve como ilustración perfecta en el relato de un portero que en la España de Iribar, Zubizarreta o Arkonada, resultaba contracultural.
A Johan y al fútbol del Barça se le abría un mundo de posibilidades que anticipó con Carles Busquets. Pero las pegas del de Badía del Vallés penalizaban demasiado, e incluso Cruyff, su valedor, no las pasó por alto. Cuentan que meses antes de ser cesado, el holandés había cerrado un acuerdo verbal con José Francisco Molina para la siguiente temporada. El valenciano, que con el Atlético de Madrid de Antic alcanzaba un histórico doblete ese mismo curso, paraba como un portero y jugaba como un futbolista, algo que, para la época, todavía era inusual. Su destreza jugando el balón con los pies le valió protagonizar un singular episodio, pues su debut con la selección española se produjo como jugador de campo debido a la lesión de un compañero. La anécdota, por accidental, bien podría haber tenido a cualquier otro arquero menos ducho con el cuero como protagonista, pero que fuese Molina sirve como ilustración perfecta en el relato de un portero que en la España de Iribar, Zubizarreta o Arkonada, resultaba contracultural.
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