Una vez finalizada la Guerra Civil (provocada por el golpe de estado del criminal Franco y sus secuaces), Emilio Sagi Liñan (también conocido como Sagi-Barba) regresaba a Barcelona a mediados de 1940, creyendo que no tendría el menor problema. Incluso abrió una perfumería en el Paseig de Gràcia hasta que, en aplicación de la Ley de la Represión de la Masonería y el Comunismo, fue citado a declarar ante la policía. Su vida sufrió un giro insospechado. Considerado "de ideas separatistas e izquierdistas", tras prestar declaración el 6 de agosto de 1943 (y asegurar que no recordaba haber firmado ningún papel con la masonería) ingresó en la cárcel Modelo. Allí pasó sin duda los peores 18 días de su vida, hasta obtener la libertad provisional. Fue juzgado el 28 de abril de 1944, acusado de masón y de no haberse retractado. Sagi reconoció su ingreso en la logia, dijo "no recordar" quiénes le habían aconsejado hacerlo y que nunca asistió a la menor reunión, afirmando su fe cristiana. El fiscal solicitó una pena de prisión de 12 años y un día que le fue impuesta de inmediato, aunque el mismo tribunal expresó que consideraba la pena "notoriamente excesiva" y acordaba dirigirse al Gobierno sugiriendo que se le conmutara por la de separación e inhabilitación.
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