Una de las anécdotas más famosas del "derby ciudadano" tiene seguramente
más leyenda que de hecho real. Dicen que en 1922 los entonces
presidentes del Barça y el Espanyol, Hans Gamper y Genaro De la Riva,
arreglaban el pelo y los bigotes en la prestigiosa barbería Pintó, en la
ronda Sant Pere. La leyenda dice que, mientras le recortaban la barba,
Hans Gamper sacaba pecho por la reciente inauguración del estadio de Les
Corts, y bromeaba cuando lo comparaba con el RCE Espanyol, que
peregrinaba sin rumbo por la ciudad buscando un lugar para jugar. Hans
Gamper, en tono burlón, habría dicho que el Espanyol estaba destinado a
doblar velas, ya que no encontraba campo y por tanto no fidelizaría a la
afición tanto como al Barça. Nunca nadie sabrá si Gamper sabía que
detrás suyo esperaba turno De la Riva, que habría saltado gritando:
- "Mientras yo viva, el Espanyol vivirá, y si no tiene un campo, ¡yo compraré uno!"
Ese mismo año, De la Riva compró con la ayuda de otros directivos los
terrenos de Can Ràbia, donde en 1923 se inauguró el estadio de Sarrià.
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