(Opinión Personal)
Admitámoslo, "som patidors". Esto, es decir, la desmedida que tenemos al
sufrimiento. El socio y aficionado barcelonista en vez de disfrutar con
lo que está viendo sobre el terreno de juego padece agónicamente por lo
que se imagina o teme que le pueda ocurrir en cualquier momento. Se va
ganando 3-0 y marcan... "encara ens remunten" ("todavía nos remontan" o
"Ai, ai, ai… Patirem!" ("ai, ai, ai... sufriremos!"). Y como a veces
esto ocurre, no hay quien convenza a la afición de que el Barça merece
toda la confianza del mundo.
Son infinitas las veces, que el equipo juega mejor que nadie con
diferencia, es el equipo más fiable del mundo y sin embargo su
incalculable afición, sufre de un modo tan desmedido que el agobio no se
corresponde con lo que puede estar sucediendo en el campo. A veces el
balón no quiere entrar y desde las gradas se escucha los murmullos de
los "tribuneros", de aquellos que Messi no vale por no marcar en dos
partidos y es Dios con un hat trick. Esto no lo entienden aquellos culés
que nacieron a partir de los años noventa no entienden el por qué de
ese sentimiento tan arraigado en la afición, ese que cuando el rival
marca el gol del honor con el partido ya prácticamente acabado aún hace
estremecer a parte de la hinchada que piensa que hasta que el árbitro no
pita el final no hay nada que celebrar. En una historia centenaria y
tan densa como la del FC Barcelona, es fácil encontrar momentos que
justifiquen esa actitud cuando el camino se desviar únicamente unos
centímetros y se pierden títulos... Y aunque no soy de los nacidos a
partir de los 90, ya en esos años casi pintaba canas, nunca pienso en lo
que puede pasar... porque hay que disfrutar cada momento y las
desgracias, si tienen que llegar, llegaran... pero no las anticipemos
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