Casi 60 años después de ser demolido en 1962, algunos de sus restos aún siguen sorprendentemente resistiendo en el corazón de Collblanc, en L'Hospitalet. El culpable de que un trozo del campo de Les Corts aún sobreviva es el escultor Alfredo Sánchez, que un ya lejano día tuvo la valentía de dejar su empleo como ajustador de primera en la Nissan para dedicarse con éxito a la escultura. Un día le llegó el encargo de una escultura conmemorativa del congreso mundial de las Penyes de Barça que se celebró en 2007 en L'Hospitalet. Y Sánchez decidió utilizar unas vigas de madera que procedían de la estructura de la tribuna del viejo estadio, que se reformó en 1943. Las vigas le llegaron a través de uno de sus mejores clientes, el coleccionista de arte y empresario textil José María Bassols Llata. El padre de este se había hecho con parte del material durante el derribo del estadio. Utilizaria este material para una de sus plantas en Teià
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