dissabte, 6 de març del 2021

Cap. 8577: Maldito Barça [II]

Festejamos cuando nos enteramos que La Masía había abierto una sucursal en Argentina. Llévense a nuestros talentos, transfórmenlos en fotocopias de Messi, por favor. Nosotros ya no sabemos cómo hacerlo. Ni en Argentina, donde los juveniles dan pena, pero tampoco en México, Brasil o Venezuela. Jugamos a otra cosa.
En México, la camiseta azulgrana se vende más que la del Atlante; quizás también en Argentina más que la de San Lorenzo o en Italia más que la del Genoa y el Bologna juntos. No nos hacen falta los números de ventas. Las vemos por la calle, con total naturalidad. Las vemos en las playas, donde ya les hacen frente a las del fútbol local, con un crecimiento sostenido que se repite en Mar del Plata, en Dakar o en Phuket. Y cuando no son las blaugranas, están las otras, esa paleta monocromática que incluye anaranjadas, amarillas flúo, gris o verde agua. Son todas del Barça. Un equipo al que lo único que le queda por conseguir es la independencia de Catalunya. El resto, lo ha hecho todo.

¿Pero saben qué? Quizás haya llegado seriamente la hora de empezar a odiar al Barcelona. Sí, acaso sea una propuesta demasiado arriesgada; si se quiere, incluso tirana, pero no se me ocurre nada mejor que hacer con este equipo que se transformó en un castigo para todos. Con la lógica excepción de sus propios hinchas, cabe preguntarnos: ¿No estábamos todos mejor hasta antes de sufrir el efecto Barcelona? 


 

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