El 4 de junio de 1982, Maradona cogió un avión desde Alicante, donde
estaba concentrado con Argentina en vísperas del Mundial (en el hotel
Montiboli de Villajoyosa), para firmar su contrato con el Barça en un
viaje relámpago en el que cupo todo. Nicolau Casaus, hombre clave en el
fichaje del que también hablaremos posteriormente, apareció en las
oficinas del carrer Urgell al grito de "me he dormido". Eran las once de
la mañana. Maradona ya llevaba cuarenta minutos en las oficinas de
Núñez, a las que había llegado en el Mercedes del presidente procedente
de El Prat, donde había aterrizado a las 10:20 horas. "
Pa amb tomaquet i pernil", cuentan las crónicas que le pidieron para
desayunar a las 11.30 de la mañana porque el "Pelusa" se moría del
hambre.
A las 12.23, Maradona salió rumbo al Camp Nou. En La Siberia (las
oficinas del Camp Nou habían sido bautizadas así por estar junto al
Palau de hielo en las...) se agolparon los periodistas. Maradona, que no
coincidió por minutos con Schuster y Simonsen, que habían ido a recoger
sus pertenencias al Camp Nou, pero sí con Víctor, Artola y Olmo, fue
presentado, pisó el césped del Camp Nou ("una mesa de billar") y, antes
de volver a Alicante para concentrarse con Argentina, disfrutó del
marisco del restaurante Las Indias. Almejas, langostinos y un buen bufet
para cerrar un día inolvidable. "Una boda", según los presentes, por la
cantidad de directivos del Barça, Boca y Argentinos Júniors que hacían
de comensales.
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