Resulta, que en 1920 pasaron a manos de Andreu Alsina, quien encargó su renovación total a los decoradores Vilaró y Valls y en 1922 ya se podía admirar la magnificencia modernista que vertieron a manos llenas, sobre todo en la entrada. Y para ello compró el antiguo gimnasio a Manuel Grau Soler, que lo regentaba. Andreu Alsina, no reparó en gastos, fue todo un éxito. Para conseguir ese grandioso vestíbulo, con esa amplitud y belleza, sacrificaron la parte delantera y decidieron no hacer llegar la escalera de la finca hasta la calle. Andreu Alsina, iba a Londres y París a comprar todo tipo de género. Pero además, El Indio poseía una fábrica en la calle Llacuna del Poblenou para "producir en ella, según rezaba la publicidad, sus artículos de venta y poder ofrecerlos al público sin intermediarios".
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada