Romario da Souza Faria aterrizaba en Barcelona en el verano de 1993 procedente del PSV Eindhoven. "O Baixinho" no defraudaría en sus primeros doce meses en la Ciutat Comtal, donde se desbordó el entusiasmo ante las habituales exhibiciones de un delantero único, dotado de una técnica prodigiosa y un centro de gravedad muy bajo que le permitía quebrar cinturas a las defensas rivales con una facilidad pasmosa. Regates inverosímiles, fintas eléctricas, remates imposibles al primer toque o hermosas vaselinas formaban parte del repertorio de un 'crack' capaz de provocar una hecatombe en apenas una baldosa y que fue certeramente calificado por Jorge Valdano como un "futbolista de dibujos animados".
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada