El 25 de noviembre de 1951, debutaba en El Sardinero, Jordi Vila que marcaría uno de los tres goles blaugrana. El suyo era el que dictaba la sentencia del partido el 2-0, y para celebrarlo no se le ocurrió otra manera que tirarse en el suelo mirando hacia el cielo. La versión de Jordi Vila a esta anecdota es la siguiente:
- "Fue tal mi alegria al marcar el gol, pues llegó a diez minutos para el final, que lo celebré tumbándome mirando al cielo, con los brazos y las piernas completamente extendidos. Me embargaba una gran emoción… Al verme en tal postura, Kubala vino corriendo hacia mí gritando en italiano y gesticulando: '¡È morto, è morto!'"
- "Fue tal mi alegria al marcar el gol, pues llegó a diez minutos para el final, que lo celebré tumbándome mirando al cielo, con los brazos y las piernas completamente extendidos. Me embargaba una gran emoción… Al verme en tal postura, Kubala vino corriendo hacia mí gritando en italiano y gesticulando: '¡È morto, è morto!'"
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