Aquel día de Sant Jordi muchas conversaciones en la tradicional
recepción de la Generalitat tenían como protagonista el FC Barcelona,
que atravesaba una delicada situación, acentuada por la derrota ante la
Juventus de Turin. Por la tarde la Junta Directiva celebró una larga
sesión, al final de la cual Enric Reyna, presidente que había accedido a
la dirección del Club tras la dimisión de Joan Gaspart, anunció que
dimitiría el 5 de mayo, coincidiendo con el Asamblea de Socios
Compromisarios. Del Club se hizo cargo entonces una junta gestora que se
encargaría de convocar elecciones.
Tal y como estaban las cosas en la Entidad, y tras el inesperado KO en la Champions ante la Vecchia Signora (el Barça había arrancado un esperanzador empate a 1 en Turín), la situación era insostenible. El fracaso europeo obligó Reyna a salir a la palestra y anunciar los comicios antes de hacerlo en la Asamblea, como tenía previsto. Se decidió entonces que Joan Trayter, presidente de la Comisión Económica Estatutaria, y Jaume Roura, presidente de la Federación Catalana, serían los encargados de formar la gestora. El barcelonismo tenía una cita con las urnas el 22 de junio.
Tal y como estaban las cosas en la Entidad, y tras el inesperado KO en la Champions ante la Vecchia Signora (el Barça había arrancado un esperanzador empate a 1 en Turín), la situación era insostenible. El fracaso europeo obligó Reyna a salir a la palestra y anunciar los comicios antes de hacerlo en la Asamblea, como tenía previsto. Se decidió entonces que Joan Trayter, presidente de la Comisión Económica Estatutaria, y Jaume Roura, presidente de la Federación Catalana, serían los encargados de formar la gestora. El barcelonismo tenía una cita con las urnas el 22 de junio.
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