El 24 de julio de 2000, era una jornada especialmente dura para el
barcelonismo, que vio al que había sido su ídolo los últimos cuatro
años, el portugués Luis Figo, aparaecía en la prensa luciendo la
camiseta del Real Madrid. El luso fue presentado por Florentino Pérez,
que había ganado las elecciones a la presidencia del equipo blanco, como
nuevo jugador de su equipo después de desembolsar la friolera de 10.270
millones de pesetas, valor de su cláusula de rescisión. La traición de
Luis Figo se había consumado. "Tenía claro que iba a jugar aquí... Y
tengo la conciencia muy tranquila", dijo el jugador, sin poder disimular
el mal rato que pasó, pues en un abrir y cerrar de ojos cambió de
colores como el que cambia de chaqueta. Un duro golpe para el
barcelonismo, que vio en el operación un único motivo: el económico.
Aunque luego Gaspart, dijo a la prensa que Figo le había pedido que
pagara la penalización para poder continuar como blaugrana.
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