El 22 de marzo de 1979, despues de elimar al Ipswich había una
sobresaturación en la enfermería blaugrana. Era evidente que el
Barcelona acusaba esa lucha que estaba manteniendo en tres frentes:
Liga, Copa de España y Recopa de Europa, haciendo mella en los jugadores
blaugrana. El parte prepartido ante el Burgos no era halagüeño: Heredia
con una costilla rota a cuestas. Una lesión que no le impidía al
argentino jugar, pero eso sí, inyectado y con el riesgo de que el dolor
le paralizara a lo largo del encuentro. Asensi con la rodilla, que
motiva su cojera, sobre el cesped y que todavía estaba en estado de
recuperación. Migueli, que se resentía de los abductores, aparte de que
lucía un moretón en su ojo derecho. Krankl, que llevaba en el cuerpo
bastantes golpes, por suerte ninguno de ellos revistía gravedad.
Albaladejo, con su pierna renqueante. Y ya para acabar Neeskens, que
tenía una brecha en la cabeza, aunque sin importancia alguna
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