El 12 de febrero de 1976, estaba montada una reunión entre Agustin
Montal (Presidente del club), Raimon Carrasco (responsable de la
Comisión Deportiva), Hennes Weisweiler (entrenador del primer equipo) y
Johan Cruyff (capitan del equipo blaugrana). Se suponía que se
produciría el "Abrazo de Vergara" y que todo quedaría solucionado y
olvidado, quedando para el mundillo anecdótico.
Pero no. En lugar de ese "abrazo de Vergara", lo que fue es el "cisma de occidente". Porque en lugar de llegar a un acuerdo, entre el entrenador y la estrella, lo que hubo fue una ruptura absoluta. Tan absoluta, que el propio Johan pidió la baja del equipo para el día siguiente. Cosa que no fue aceptada por los "Directivos" presentes en esa reunion. Pero que se podía afirmar que Johan Cruyff no seguiría la temporada siguiente en el equipo blaugrana. La tesitud era para Johan y que la puso sobre la mesa era: O Weisweiler o yo, con lo cual la pelota quedaba en el tejado de la directiva. Los resultados marcarian el destino del técnico aleman, que perdió esa batalla a la larga con Johan, al que se unio su "cuñado" Johan Neeskens y buscar una salida ambos al final de la temporada. Esto provoco también un cisma entre los aficionados que llenaban los entrenamientos con pancartas a favor del "tulipan de oro" y mandaban al "abuelito" Weisweiler a las montañas suizas
Pero no. En lugar de ese "abrazo de Vergara", lo que fue es el "cisma de occidente". Porque en lugar de llegar a un acuerdo, entre el entrenador y la estrella, lo que hubo fue una ruptura absoluta. Tan absoluta, que el propio Johan pidió la baja del equipo para el día siguiente. Cosa que no fue aceptada por los "Directivos" presentes en esa reunion. Pero que se podía afirmar que Johan Cruyff no seguiría la temporada siguiente en el equipo blaugrana. La tesitud era para Johan y que la puso sobre la mesa era: O Weisweiler o yo, con lo cual la pelota quedaba en el tejado de la directiva. Los resultados marcarian el destino del técnico aleman, que perdió esa batalla a la larga con Johan, al que se unio su "cuñado" Johan Neeskens y buscar una salida ambos al final de la temporada. Esto provoco también un cisma entre los aficionados que llenaban los entrenamientos con pancartas a favor del "tulipan de oro" y mandaban al "abuelito" Weisweiler a las montañas suizas
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