La nueva Masia tuvo también un instante cargado de un enorme simbolismo.
Fue al realizar la inauguración oficial. Sobre un pulsómetro convertido
en un antiguo balón de fútbol, aquellos de color marrón con remiendos
gruesos que recuerdaban a los que usaron en su día: Samitier y Kubala,
el pasado, el presente y el futuro del club junto con el Presidente de
la Generalitat de Catalunya Artur Mas posaron sus manos en señal de
unidad y fuerza. En esa imagen podiamos ver al presidente Sandro Rosell,
el director del fútbol formativo Guillermo Amor, uno de los primeros
canteranos en jugar en el Camp Nou (el primero fue el malogrado Angel
Pedraza), el entrenador y también exresidente de La Masia: Pep Guardiola
y el capitán Carles Puyol. Sus enormes manos contrastaban con las de
Alejandro y "Bobby", dos jugadores infantiles (en aquellos dias), tan
simpáticos, como atrevidos que formaban parte del primer contingente de
inquilinos de la nueva residencia. Todos a la vez apretaron la pelota y
la fachada de La Masia se convirtió en un mural de colores que acabó con
el mejor regalo que se podía embalar: la casa de los otros Xavi, Messi
o Iniesta. La historia empezaba de verdad en aquel momento
o Iniesta. La historia empezaba de verdad en aquel momento
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