El 21 de mayo de 1995, una de las leyendas del basket blaugrana se
retiraba de la competición y lo hacía por la puerta grande. Ganando la
liga y anotando los dos últimos puntos de su equipo. Era sus éptimo
título de Lig y recibía el homenaje unánime de un Palau Blaugrana
volcado en su ídolo
Faltaban 32 segundos para el final del encuentro y el Barça ya tenía la Liga en el bolsillo. "SuperEpi" llevaba un rato en la mesa de cambios, pero la falta de interrupciones en el juego impedía que el "Gran Capitán" del basket blaugrana saltara a la pista para vivir los últimos segundos de su dilatada trayectoria profesional. Aito no se olvidó esta vez de su jugador y solicitó hábilmente un tiempo muerto para dar entrada al buque insignia del basket blaugrana durante más de dos décadas.
En cierto modo, el técnico estaba pagando de esta manera sus servicios al mejor de sus sicarios, al hombre que había catalizó en su juego el ascenso del basket blaugrana a las más altas cotas de su historia. El destino también quiso rendir ese homenaje al "Super’" como le había bautizado el Palau hacía ya muchos años gracias al periodista Joan Cerdá.
El premio llegó a Epi en forma de rebote. Quedaban entonces 13 segundos y la consecuencia lógica fue la falta personal de los jugadores del Unicaja en su intent desesperado por luchar contra lo inevitable.
Epi, como en tantas ocasiones anteriores, se dirigió a la línea de personal, apretó los dientes y convirtió los dos últimos puntos del partido y de su carrera deportiva. Fue el delirio en el Palau, que ya no dejaría de corear el nombre de su idolo
Faltaban 32 segundos para el final del encuentro y el Barça ya tenía la Liga en el bolsillo. "SuperEpi" llevaba un rato en la mesa de cambios, pero la falta de interrupciones en el juego impedía que el "Gran Capitán" del basket blaugrana saltara a la pista para vivir los últimos segundos de su dilatada trayectoria profesional. Aito no se olvidó esta vez de su jugador y solicitó hábilmente un tiempo muerto para dar entrada al buque insignia del basket blaugrana durante más de dos décadas.
En cierto modo, el técnico estaba pagando de esta manera sus servicios al mejor de sus sicarios, al hombre que había catalizó en su juego el ascenso del basket blaugrana a las más altas cotas de su historia. El destino también quiso rendir ese homenaje al "Super’" como le había bautizado el Palau hacía ya muchos años gracias al periodista Joan Cerdá.
El premio llegó a Epi en forma de rebote. Quedaban entonces 13 segundos y la consecuencia lógica fue la falta personal de los jugadores del Unicaja en su intent desesperado por luchar contra lo inevitable.
Epi, como en tantas ocasiones anteriores, se dirigió a la línea de personal, apretó los dientes y convirtió los dos últimos puntos del partido y de su carrera deportiva. Fue el delirio en el Palau, que ya no dejaría de corear el nombre de su idolo
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