El utillero más joven del primer equipo, Gabi Galán, llegaba cada día a
la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí montado en un ciclomotor
cochambroso, que casi se caía a trozos y que para colmo hacía un ruido
ensordecedor porque tenía el tubo de escape totalmente oxidado. Durante
un tiempo, varios jugadores ya le amenazaron con que le iban a "quemar"
esa motocicleta porque se saltaba todas las normativas habidas y por
haber, pero el utillero hacía caso omiso a las amenazas de los
futbolistas. Hasta que un día, cuando fue a recoger su moto se encontró
con que no estaba en su sitio. Al principio pensó que la habían cogido y
colocado en otro lugar, pero tras mucho buscar, y ayudado por los
miembros de seguridad del club, descubrió que estaba dentro de un
container y que para colmo le habían prendido fuego dejándola
inservible.
Nos podemos imaginar que el enfado de Gabi fue monumental. Y más cuando le contaron que los responsables de coger su ciclomotor y lanzarlo a la basura fueron Leo Messi y Gerard Piqué. Aquel día, el joven utillero tuvo que volver a casa en trasporte público, maldiciendo a los autores de semejante desaguisado.
Gabi tenía previsto cantarles las cuarenta a los dos jugadores al día siguiente antes del entrenamiento, pero el utillero se quedó de piedra cuando al llegar a la Ciutat Esportiva se encontró aparcada una moto nueva, flamante y radiante, como compensación. Así pues, la broma pesada acabó siendo toda una bendición.
Nos podemos imaginar que el enfado de Gabi fue monumental. Y más cuando le contaron que los responsables de coger su ciclomotor y lanzarlo a la basura fueron Leo Messi y Gerard Piqué. Aquel día, el joven utillero tuvo que volver a casa en trasporte público, maldiciendo a los autores de semejante desaguisado.
Gabi tenía previsto cantarles las cuarenta a los dos jugadores al día siguiente antes del entrenamiento, pero el utillero se quedó de piedra cuando al llegar a la Ciutat Esportiva se encontró aparcada una moto nueva, flamante y radiante, como compensación. Así pues, la broma pesada acabó siendo toda una bendición.
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