En la temporada 1975/76 el Barça jugó la Copa de la UEFA. El rival,
en dieciseisavos de final, fue el Lazio de Roma. El partido de ida se
debía disputar en el Estadio Olímpico de Roma, el 22 de octubre de 1975,
pero no fue así porque el Lazio se negó a jugar, por lo que el Barça
fue declarado vencedor del encuentro por 0 goles a 3. Esta es la
historia de por que no se jugó aquel partido.
En toda Europa se sucedían las protestas
contra el régimen dictatorial del General Franco, y su régimen, que ya
estaba dando los últimos coletazos. Italia no era una excepción. El
clamor internacional levantaba la voz una y otra vez para que en España
se instaurara una democracia después de 40 años de cruel dictadura. La
gota que colmó el vaso fueron los fusilamientos el 27 de septiembre de
1975 de 3 miembros del FRAP y 5 de ETA, condenados por haber asesinado a
varios policías. El gobierno de Franco, a pesar de no fusilar a 6
condenados más, entre ellos 2 mujeres embarazadas, fue fuertemente
criticado.
El martes 7 de octubre saltó la noticia en Italia: "El Lazio de Roma puede no jugar el partido contra el Barcelona el próximo día 22 ante las amenazas de los extremistas de izquierda y de derecha". Los de extrema izquierda prometieron que el partido no se jugaría porque no lo iban a permitir, en protesta por la situación política española, y los de extrema derecha prometieron represalias si el partido no se jugaba. En definitiva, estas amenazas y la posibilidad de que se produjeran incidentes extradeportivos durante el encuentro hicieron que el Lazio se planteara la cancelación del partido.
El presidente del Lazio, Umberto Lenzini, era partidario no jugar el partido. Los jugadores italianos, en cambio, eran partidarios de jugarlo. Así lo hizo público el capitán del equipo, Giuseppe Wilson, que habló en representación de la plantilla. A pesar de todo, el día 9 de octubre el Lazio se retiró definitivamente. Lenzini prefería la eliminación, la descalificación y la multa, antes que arriesgarse a unos incidentes de magnitudes imprevisibles. Una vez más la política pudo con el deporte, un hecho lamentable, pero veridico.
Artemio Franchi, presidente de la UEFA y de la Federación Italiana de Fútbol, fue el que se mostró más crítico con el gobierno español: "Estoy trabajando para construir un frente unido que aisle el fútbol español del resto de Europa". Estas declaraciones, aparecidas en el rotativo comunista "Paese Sera", fueron desmentidas posteriormente por un portavoz del organismo europeo, pero ya estaban en boca de todo el mundo. Huelga decir que se recibieron como un golpe bajo en los medios de comunicación españoles, que destrozaron sin piedad al dirigente italiano, culpándole de que el Lazio se negara a jugar el partido de ida. A pesar de todo, la decisión del club romano fue matizada por el gobierno italiano. Así, el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano puso de relieve que el gobierno no había influido para nada y también que "las relaciones entre los dos países son normales".
En la reunión del martes 14 de octubre, en Berna, la UEFA le exigió a la Federación Italiana la confirmación de la renuncia. Podría surgir una nueva fórmula de emergencia: aplazar la eliminatoria o jugar en un campo neutral y sin público. El Barça estaba dispuesto a aceptar ésta segunda decisión. Viena era la ciudad escogida para jugar el partido y el árbitro sería el belga Delcourt. Tampoco prosperó esta solución y la UEFA otorgó un 0-3 al FC Barcelona, entrenado por aquel entonces por Hennes Weisweiler, y en el partido de vuelta los goles no tendrían valor doble en caso de empate.
Al Barça no le gustó este asunto y hubiera preferido jugar en Roma, pero lo que sí que tenía claro es que no iba a renunciar al partido de vuelta en Barcelona, ya que había redactado el presupuesto de la temporada teniendo en cuenta ese partido. Por otro lado, al Lazio le convenía jugar el partido de vuelta para ahorrarse una indemnización económica al Barcelona y la sanción que le habría impuesto la UEFA. Sea como fuere, el Lazio jugó el partido de vuelta. El resultado fue de 4 - 0 a favor del club azulgrana, con goles de Sotil, Cruyff, Neeskens y Fortes
Verdaderamente una pena, pero eran años muy revueltos
El martes 7 de octubre saltó la noticia en Italia: "El Lazio de Roma puede no jugar el partido contra el Barcelona el próximo día 22 ante las amenazas de los extremistas de izquierda y de derecha". Los de extrema izquierda prometieron que el partido no se jugaría porque no lo iban a permitir, en protesta por la situación política española, y los de extrema derecha prometieron represalias si el partido no se jugaba. En definitiva, estas amenazas y la posibilidad de que se produjeran incidentes extradeportivos durante el encuentro hicieron que el Lazio se planteara la cancelación del partido.
El presidente del Lazio, Umberto Lenzini, era partidario no jugar el partido. Los jugadores italianos, en cambio, eran partidarios de jugarlo. Así lo hizo público el capitán del equipo, Giuseppe Wilson, que habló en representación de la plantilla. A pesar de todo, el día 9 de octubre el Lazio se retiró definitivamente. Lenzini prefería la eliminación, la descalificación y la multa, antes que arriesgarse a unos incidentes de magnitudes imprevisibles. Una vez más la política pudo con el deporte, un hecho lamentable, pero veridico.
Artemio Franchi, presidente de la UEFA y de la Federación Italiana de Fútbol, fue el que se mostró más crítico con el gobierno español: "Estoy trabajando para construir un frente unido que aisle el fútbol español del resto de Europa". Estas declaraciones, aparecidas en el rotativo comunista "Paese Sera", fueron desmentidas posteriormente por un portavoz del organismo europeo, pero ya estaban en boca de todo el mundo. Huelga decir que se recibieron como un golpe bajo en los medios de comunicación españoles, que destrozaron sin piedad al dirigente italiano, culpándole de que el Lazio se negara a jugar el partido de ida. A pesar de todo, la decisión del club romano fue matizada por el gobierno italiano. Así, el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano puso de relieve que el gobierno no había influido para nada y también que "las relaciones entre los dos países son normales".
En la reunión del martes 14 de octubre, en Berna, la UEFA le exigió a la Federación Italiana la confirmación de la renuncia. Podría surgir una nueva fórmula de emergencia: aplazar la eliminatoria o jugar en un campo neutral y sin público. El Barça estaba dispuesto a aceptar ésta segunda decisión. Viena era la ciudad escogida para jugar el partido y el árbitro sería el belga Delcourt. Tampoco prosperó esta solución y la UEFA otorgó un 0-3 al FC Barcelona, entrenado por aquel entonces por Hennes Weisweiler, y en el partido de vuelta los goles no tendrían valor doble en caso de empate.
Al Barça no le gustó este asunto y hubiera preferido jugar en Roma, pero lo que sí que tenía claro es que no iba a renunciar al partido de vuelta en Barcelona, ya que había redactado el presupuesto de la temporada teniendo en cuenta ese partido. Por otro lado, al Lazio le convenía jugar el partido de vuelta para ahorrarse una indemnización económica al Barcelona y la sanción que le habría impuesto la UEFA. Sea como fuere, el Lazio jugó el partido de vuelta. El resultado fue de 4 - 0 a favor del club azulgrana, con goles de Sotil, Cruyff, Neeskens y Fortes
Verdaderamente una pena, pero eran años muy revueltos
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