La final de Sevilla, era un partido trabado, sin muchos espacios y con
un Barcelona mermado físicamente. Terry Venables, sumido en una ansiedad
y nerviosismo impropios en un profesional, toma una decisión
más por impulso que por otra cosa, decide sacar del terreno de juego a
Schuster.
Dicho y hecho, en el minuto 85’ de partido, el inglés enviaba al terreno de juego a Moratalla en lugar de Schuster. Es evidente que la reacción del alemán no fue la mejor y en lugar de seguir el final del partido en el banquillo, prefirió seguir de largo, tomar una ducha y salir del lugar cuanto antes del estadio. A la salida del Sánchez Pizjuán, Schuster abordó un taxi rumbo al hotel de concentración, y el taxista que le recogió tenía sintonizado en la radio precisamente el partido. Al momento de este mirar el retrovisor para detallar a su pasajero, su rostro se torno pálido, sus manos temblaban y sus ojos estaban preparados para saltar de sus cuencas. Parecía como si estuviese presenciando al mismísimo "Diablo", y claro, no era para menos.
Aquel pasajero era ni más ni mneos que Bernd Schuster, y su equipo se encontraba jugando la final de la Copa de Europa en el mismo instante que este abordaba su coche, algo que no podía creer. Luego de charlar un poco durante el camino, el taxista se tranquilizó un poco y entendió, de manera superficial, porque Schuster abordaba su taxi en plena final de su equipo. Al llegar al hotel, Bernd recogió a su novia Gabi y juntos tomaron camino rumbo al aeropuerto, donde posteriormente escaparon, hacia Mallorca...
Aquello no era un simple calenton, su sustitución fue la gota que colmo el vaso de su paciencia. El conflicto entre el alemán y la entidad catalana se remitía desde comienzos aquella temporada, donde, como capitan, había protestado públicamente por las primas ofrecidas a los jugadores para dicha temporada. Hasta llegó a declarar que los jugadores estrella estaban empezando a ser tratados como simples trozos de basura.
Dicho y hecho, en el minuto 85’ de partido, el inglés enviaba al terreno de juego a Moratalla en lugar de Schuster. Es evidente que la reacción del alemán no fue la mejor y en lugar de seguir el final del partido en el banquillo, prefirió seguir de largo, tomar una ducha y salir del lugar cuanto antes del estadio. A la salida del Sánchez Pizjuán, Schuster abordó un taxi rumbo al hotel de concentración, y el taxista que le recogió tenía sintonizado en la radio precisamente el partido. Al momento de este mirar el retrovisor para detallar a su pasajero, su rostro se torno pálido, sus manos temblaban y sus ojos estaban preparados para saltar de sus cuencas. Parecía como si estuviese presenciando al mismísimo "Diablo", y claro, no era para menos.
Aquel pasajero era ni más ni mneos que Bernd Schuster, y su equipo se encontraba jugando la final de la Copa de Europa en el mismo instante que este abordaba su coche, algo que no podía creer. Luego de charlar un poco durante el camino, el taxista se tranquilizó un poco y entendió, de manera superficial, porque Schuster abordaba su taxi en plena final de su equipo. Al llegar al hotel, Bernd recogió a su novia Gabi y juntos tomaron camino rumbo al aeropuerto, donde posteriormente escaparon, hacia Mallorca...
Aquello no era un simple calenton, su sustitución fue la gota que colmo el vaso de su paciencia. El conflicto entre el alemán y la entidad catalana se remitía desde comienzos aquella temporada, donde, como capitan, había protestado públicamente por las primas ofrecidas a los jugadores para dicha temporada. Hasta llegó a declarar que los jugadores estrella estaban empezando a ser tratados como simples trozos de basura.