Nació en Barcelona el 21 de junio de 1933 - Falleció
en Huerta del Marquesado (Cuenca) el 29 de abril de 1959. Fue el mejor
gimnasta español, hijo de un profesor de gimnasia de origen aleman,
Armando Blume Schmadecki, y de Mari Paz Carreras. Emigró a Alemania con
su familia durante la Guerra Civil Española. Allí pasó los primeros años
de su vida. Cuando terminó la contienda en España, regresó a Barcelona.
A su regreso a Barcelona, Joaquín ingresó en la Escuela de Alemania de gimnasia deportiva, en la que su padre impartía clases y después en el gimnasio propiedad de su padre en la calle Padua. No tardó en revelarse como un gimnasta de excepcional calidad.
En 1949 se proclamó campeón de España absoluto, título que retuvo durante diez años consecutivos. Debutó en los Juegos Olímpicos de Helsinki, en 1952, y ocupó el puesto 52. Tenía sólo 19 años. Su progresión empezó a ser imparable: quedó en el puesto 44 en los Mundiales de Roma de 1954, y un año después, en la Copa de Europa, fue décimo. En el año 1956 partía entre los favoritos para los Juegos de Melbourne, pero España se negó a acudir como protesta por la presencia de la URSS, que había invadido Hungría. Blume pensó entonces en nacionalizarse alemán para poder participar en la competición, pero le convenció para que no lo hiciera Juan Antonio Samaranch, por entonces delegado en Catalunya de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes. Un año después, en los Campeonatos de Europa disputados en París (por entonces los campeonatos de Europa tenían valor mundial, dado el dominio de los países del bloque del Este), Blume ganó el concurso general individual, además de cuatro aparatos: paralelas, caballo, barra fija y anillas. En esta última disciplina alcanzó tal perfección en la ejecución del Cristo (consistente en permanecer estático con los brazos en cruz), que Blume ha pasado a la historia como su inventor, aunque en realidad no lo fuera.
A su regreso a Barcelona, Joaquín ingresó en la Escuela de Alemania de gimnasia deportiva, en la que su padre impartía clases y después en el gimnasio propiedad de su padre en la calle Padua. No tardó en revelarse como un gimnasta de excepcional calidad.
En 1949 se proclamó campeón de España absoluto, título que retuvo durante diez años consecutivos. Debutó en los Juegos Olímpicos de Helsinki, en 1952, y ocupó el puesto 52. Tenía sólo 19 años. Su progresión empezó a ser imparable: quedó en el puesto 44 en los Mundiales de Roma de 1954, y un año después, en la Copa de Europa, fue décimo. En el año 1956 partía entre los favoritos para los Juegos de Melbourne, pero España se negó a acudir como protesta por la presencia de la URSS, que había invadido Hungría. Blume pensó entonces en nacionalizarse alemán para poder participar en la competición, pero le convenció para que no lo hiciera Juan Antonio Samaranch, por entonces delegado en Catalunya de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes. Un año después, en los Campeonatos de Europa disputados en París (por entonces los campeonatos de Europa tenían valor mundial, dado el dominio de los países del bloque del Este), Blume ganó el concurso general individual, además de cuatro aparatos: paralelas, caballo, barra fija y anillas. En esta última disciplina alcanzó tal perfección en la ejecución del Cristo (consistente en permanecer estático con los brazos en cruz), que Blume ha pasado a la historia como su inventor, aunque en realidad no lo fuera.